jueves, 4 de diciembre de 2014

La ardua tarea de un macho heterosexual: ligar con chicas

Vamos a ver qué aconsejan nuestros colegas de la Men’s Health para ligar con chicas. Miedo me da.

Consigue a la chica que quieras

El secreto está en las dos ces: confianza y caballerosidad. En sus dosis justas te convertirán en el príncipe azul para cualquier fémina (incluida Scarlett Johansson les falta añadir).

Todas las chicas soñamos con este príncipe azul, lesbianas incluidas

Créetelo (porque es lo que le falta a este mundo, más creídos)
Estás nervioso porque piensas que ella verá tus defectos. ¿Sabes qué? Solo los verá si se los muestras (así que lo mejor es mentirle y que se dé cuenta de tus defectos cuando ya llevéis tres años viviendo juntos. No se sentirá estafada ni nada de eso). Así que antes de acercarte a ella, tómate un minuto o dos  para ganar confianza (si te hacen falta más mejor que pruebes una cosa llamada abstinencia; si por lo menos es por elección propia parece que el ego se resiente menos): recuerda que tú molas (¡molas mazo tío!) y después, céntrate exclusivamente en esas cualidades y visualízalas mientras hablas con ella.

Nunca molarás tanto como él, pero por intentarlo que no quede

¿Tienes un increíble sentido del humor? Visualízala riéndose y es más que probable que ese talento tuyo surja de manera natural (si tu sentido del humor consiste en recitar el abecedario con eructos o en contar chistes machistas mientras te desorinas vivo deberías pensar en un plan alternativo. Conste que yo aviso). ¿Unos increíbles ojos azules? Imagínatela mirándolos fijamente (si tienes los ojos marrones no, a nadie le gustan los ojos marrones, es el color de la caca, asúmelo, yo ya lo he hecho).

Rompe el hielo con delicadeza
Espera el momento oportuno para acercarte a ella -cuando su amiga se vaya al baño o se acerque a la barra a pedir una copa- (vamos, cuando esté sola, no vaya a ser que te rechace y hagas el ridículo ante la panda de hienas que tiene por amigas). No es bueno que le interrumpas o le des un susto (¡BU!), porque se pondrá a la defensiva (igual hasta te rocía con spray de pimienta, es lo que tienen los sustos… que asustan). Además, le resultarás muy intrusivo (o lo que viene siendo un baboso de mierda).
Cuando comiences la conversación, mantén los hombros hacia atrás y las manos a los lados – una postura afable y receptiva (y muy, muy, muy natural).

Di algo agradable
Si te gusta, es porque está buena (porque es imposible que te guste una fea o una gorda, y si es así, háztelo mirar porque no estás bien de lo tuyo) y seguro que más de uno y más de dos se lo han dicho. Si vas a lo obvio: “Qué bonitos ojos verdes”, “me encanta tu pelo rubio”, serás uno más (un baboso de mierda más diría yo). En lugar de hacer un comentario acerca de un rasgo físico, interésate por esa joya que lleva (si es una alianza me lo pensaría) o esa camiseta tan cool (sabéis que las chicas también tenemos personalidad ¿no? Decidme que sí por favor). Así, la conversación no se centrará en ella, algo que agradecerá (no con una felación, tenedlo en cuenta) y con su respuesta surgirán otros temas de conversación.

Si no vas con sentido común las chicas te verán así. (Visita la web del autor)

Cierra el trato (¡Entra a matar campeón!)
Ya que has sido tú el que te has acercado a ella, es tu responsabilidad dar tu número primero (es una forma muy de machotes de decir que ella no te lo va a dar por las buenas, no señor, debes recurrir al chantaje social de dar el tuyo primero y ni con esas las tienes todas contigo, esto es así). Lo de recurrir a “¿Estás en el Facebook?” resulta un tanto flojillo (es como preguntar si le gusta la música. Aunque hay un porcentaje de gente que dice que no, es un porcentaje de mentirosos/as). Y además, tendrás que darle una razón para llamarla: “Si de verdad te apetece ver la última peli de Wes Anderson, ¿por qué no te envío un mensaje cuando se estrene?” Harás hincapié en el hecho de que ella te interesa (como si no se hubiera dado cuenta ya) y al mismo tiempo conseguirás que la conversación siga siendo casual (siempre que no te delaten ni el sudor frío de tu frente, ni tus miradas indiscretas a sus tetas, ni el balbuceo de tu voz ni el hecho de que estés más tieso que un palo).

¡Enhorabuena! Ahora ya puedes ligarte hasta a Scarlett Johansson 

Hasta aquí los consejos para ligar (a hombres heterosexuales). En la próxima entrada, si no me despisto, otro artículo imprescindible de la misma revista en el que nos cuentan, ahora que ya han hecho que consigas ligarte a la chica que querías, cómo hacer para llevártela a la cama (no lo dicen así, claro, pero vamos, todavía no he visto ningún artículo que se llame: pesca a tu futura esposa). (Tonterías las justas por favor).
¡Hasta otra! 

viernes, 21 de noviembre de 2014

90 Cosas que sólo entenderás si creciste en los 90 (y eres un tío)

La GQ nos trae este recopilatorio nostálgico ahora que la nostalgia es una moda y, como yo no quería ser menos (porque yo también crecí en los 90), he decidido hacer mi versión (más femenina) de la lista. Espero que la disfrutéis.

1. Te hiciste un poco hombrecito el día que viste morir a Mufasa. (Cuando viste morir a Mufasa tuviste tu primer síndrome premenstrual, probablemente sin menstruación posterior).
2. Y a la madre de Bambi. (Esa noche dormiste con tu madre no fuera a matarla un cazador y les jodiste el polvo a tus padres).
3. Y cuando un señor chino con el pelo muy largo decidió, sin consultarte, que la humanidad no estaba preparada para los Gremlins. (Seguramente se te quedó más marcada la escena del gremlin exhibicionista y cómo se debe reaccionar ante algo así).

Está pidiendo a gritos que le des una patada en los bajos

4. Te hiciste hombre del todo cuando fuiste a la universidad y tuviste que regalar a Buzz y a Woody a aquella niña. (En esa escena pensaste que podrías consolar a Andy por su pérdida… No lo neguéis, ya nos pilló mayorcitas).
5. Estudiaste la Ley de la Gravedad en clase y tenías sentimientos encontrados durante la intro de 'Los Vigilantes de la Playa'. (Cuestionaste por primera vez tu sexualidad con esa serie).
6. Te enamoraste de Kelly Kapouski hasta que se hizo mayor y descubriste que es una actriz que sólo crece a la ancho. (Te pajeabas pensando tanto en Slater como con Zack. En tus fantasías no siempre aparecías tú).
7. Luego te gustó más Jessica porque sentiste mariposas en el estómago cuando la viste en la portada de 'Showgirls'. (Si llegaste a ver esa peli fue solo para complacer al chorbo con el que salías en ese momento, reconócelo).
8. Te sentiste por vez primera como una suerte de Ulises atraído por sirenas cuando seguiste las luces rojas de las Lelli Kelly de Martita. (Hubieras matado por unas malditas Lelli Kelly, y lo sabes, pero te tenías que conformar con la imitación del mercadillo).

Y cuando jugabas a "Las Tinieblas" eran de gran ayuda

9. Tu Spice favorita era Geri porque Martita se pedía a Geri. (Tu Spice favorita era Geri porque era la que estaba más buenorra y querías parecerte a ella).
10. Querías un patio de colegio como el de 'La Banda del Patio'. (Aunque te conformabas con que no te levantaran la falda cuando a tu madre le daba el venazo de ponerte falda en un día de clase). (También te hubiera valido que los chicos no ocuparan todo el patio jugando al fútbol para poder jugar con tus compañeras a cualquier otra cosa).
11. Tu ídolo era Macaulay Culkin. (Tus ídolos eran los ponis de My Little Pony).
12. Y Michael Jordan. (Y la Sirenita).
13. De hecho, tu sueño hubiese sido vivir dentro de 'Space Jam'. (Tu sueño era tener una cola de sirena y perder de vista al resto del mundo en las profundidades del océano).
14. Tu primera erección de la provocó Britney Spears en 'Baby One More Time'. (La primera vez que mojaste las bragas fue con Nick Carter de los Backstreet Boys).

Antes te gustaban así, con el pelo a lo cazuela. 

15. O el anuncio de “Busco a Jack’s”. (O si eras muy malota con Jon Bon Jovi).
16. Y a partir de ahí fue un no parar. (A partir de ahí te hiciste un lío porque descubriste que las chicas no se ponen cachondas, no, ellas solo se enamoran, así que cada vez que mojabas las bragas pensabas que te habías enamorado. Gracias a esa lección pasaste una adolescencia muy curiosa…)
17. Tuviste pesadillas por leer Pesadillas. (Tú tenías pesadillas por leer la Súper Pop, solo que no lo has descubierto hasta ahora).
18. No eres capaz de recordar diez elementos de la tabla periódica pero llevas fenomenal el rap de 'El Príncipe de Bel Air'. (Cierto).
19. Sobreviviste a pesar de beber Tang. (A ti te encantaba el Tang, pero jamás lo hubieras reconocido públicamente).
20. Y Cherry Coke. (Esa no la llegaste a probar, ya eras adicta al maldito Tang).
21. Es posible que eso te convierta en inmortal. (Sabes que no, y que cuando mueras irás al infierno por gustarte el Tang).
22. Llevaste peto. (Y si desarrollaste pronto, lo petaste con él).
23. Eso te convierte en el primer hipster. (Eso te convertía en una guarra, pero tranquila, casi cualquier cosa que hagas te convierte en una guarra, es cosa de asumirlo).
24. Encontraste a Wally. (Muchas veces, más de las que quieres reconocer).
25. No habrá iPhone que supere la emoción de abrir por primera vez el paquete de tu Gameboy. (Si tenías un hermano o un primo con suerte te la dejaba un rato, mientras tanto debías conformarte con la maldita Barbie que te regalaban cada año).
26. Ni pantalla que se rompa que duela más que la muerte de tu Tamagochi. (El tuyo era de imitación, pero dolía igual cuando el muy jodido se moría).

A ver a quién pides que te limpie las cacas ahora

27. Eras el guay de la clase si tenías un discman. (Si tú lo llevabas a clase siempre había algún subnormal que te lo robaba o rompía).
28. O si te pasabas el juego de la serpiente. (Tú no eras guay hasta que no menstruabas. Si encima eras de las valientes que se atrevían a ponerse un tampón te convertías en la reina del cole).
29. Copiabas los trabajos de la Encarta. (O de una compañera que la tuviera).
30. Te conectabas y desconectabas del Messenger para que te saludara Martita. (Te conectabas y desconectabas del Messenger para que te saludara el mismo subnormal que te había roto el discman).
31. ¿Nintendo o Play Station? (No te pudiste creer que te regalaran una Play… hasta que descubriste que era más para que tu padre estuviera entretenido con el Fifa por las tardes).
32. Por estas cosas te llaman ahora “nativo digital”. (A ti solo te llaman guarra. Y, por supuesto, nadie se cree que tú jugaras a una videoconsola antes de los 20 para gustar a los chicos gamers. No, y nunca te tocaste jugando al Tomb Raider, para nada).
33. Aunque tu primer teléfono móvil llevaba caramelos dentro. (El tuyo no, se los había comido tu hermano).
34. No podías llamar a Martita, pero molaba. (Bueno, por lo menos podías frotarte con él).
35. Menuda perra te dio con Martita, tío, hay más peces en el mar. (¿Por qué llegaste a salir con el subnormal que te rompió el discman? Nunca lo llegarás a entender).
36. Si el teléfono de casa sonaba a partir de las diez de la noche había muerto alguien. (O era tu abuela la rácana que a esa hora la tarifa era más barata).
37. Aprender los nombres de los artistas del Renacimiento Italiano fue más fácil gracias a las Tortugas Ninja. (No recuerdas haber estudiado el Renacimiento Italiano en tu vida).
38. Sabes que todos los actores españoles salieron de 'Al Salir de Clase'. (Tú eras más de “Compañeros”, porque salía Quimi).

Antes te gustaban así, con pelazo... y ahora también

39. Sí, también Elsa Pataky. (La Pataky a ti ni fu ni fa, mejor sigue pensando en Quimi).
40. Aunque la historia de amor de tu infancia se vivió entre los muros del Azcona. (La Valle era una zorra que no se merecía a Quimi. Sí, ya te habían enseñado a odiar a otras tías).
41. Tus conocimientos básicos de medicina vienen de 'Urgencias' y de Operación. (Y de jugar a los médicos con tu primo, ese al que ya no puedes mirar a la cara sin querer morirte).
42. Los de farmacia de 'Farmacia de Guardia'. (Y de experimentar con las medicinas de tus padres).
43. Los de ciencias ocultas de 'Sabrina: cosas de brujas'. (Mmm, Harvey… que no digan que solo te gustaban los malotes).

Mi almohada se llamaba Harvey cuando me la frungía

44. Y los de bricolaje de 'Art Attack'. (Hoy en día te quedas hasta las tantas para pajearte viendo a Jordi Cruz en el Disney Channel. Sí, todavía lo echan, si no te habías enterado, de nada).
45. Sí, todos sabemos que aquellas no eran las manos de Jordi Cruz. (Francamente, eso te importaba una caca de vaca).
46. En tu adolescencia hubieras vendido tu alma por tener la máquina que convertía a Urkel en Stefan. (Tú hubieras dado tu mano derecha por tener a Stefan).
47. Viviste el nacimiento, auge y hundimiento de 'La Macarena'. (Si no llegaste a odiar esa canción no eres humana).
48. Y del Titanic. (Todavía lloras al recordarlo).
49. De hecho, has visto crecer a Leonardo Dicaprio. (Y te gustaba más de jovencito).
50. Dicaprio en los 90 era más pequeño que tú y ahora te saca 15 años. (Bueno, igual todavía le hacías un favor).
51. No era Nochevieja hasta que no empezaba Martes y Trece. (Y hasta que tu tío no te tocaba el culo de forma tan sutil como asquerosa).
52. Sabes que ligar por Internet es peligroso por Tam Tam Go. (Y porque tus padres te decían que en Internet solo había violadores y pedófilos).
53. Topanga. (El hermano de Blossom. Su nombre te importaba tres cacas).

¿Por qué el hermano de tu amiga no era así?

54. Todas las madres se peinaban como Jennifer Aniston. (Y a ti te dio por pringarte dos mechones con gomina… malditas modas).
55. Tu primera moneda de cambio fueron los tazos. (Nunca tuviste tantos como te hubiera gustado).
56. Supiste quién mató a Laura Palmer. (Porque te lo contaron. No te dejaban ver esa serie ni de coña).
57. Dios, para ti, tiene la voz de Constantino Romero. (Y Constantino Romero siempre será para ti el papá de Simba).
58. Cuando una relación no funciona, ¿aguantas un poco más o lo echas a suertes? (Tu piel morena sobre la arena, nadas igual que una sirena).
59. Viste danzar a las Mama Chicho y a Jesús Gil entrevistando gente en un jacuzzi pero es la tele de ahora lo que “está fatal”. (Tú solo veías My Little Pony, La familia crece, Chicho Terremoto y poco más).
60. ¡Facineroso! (¡Yo he venido a hablar de mi libro!)

¿Alguien recuerda de qué libro quería hablar este hombre?

61. No hay ángel en el mundo que supere a Christy, Linda, Claudia, Cindy, y Naomi. (Cuando te enteraste de su existencia te diste cuenta de lo mal hecha que estabas tú).
62. Mentías a tus padres para ver la sombra de Sonia Monroy en Cruzando el Missisippi. (Una noche conseguiste ver el programa y no te enteraste de nada).
63. Eras de Kelly o de Brenda. De mala o de buena. (Eras de Vinnie o del hermano de Blossom. Mentira, eras de los dos).
64. Y así te va. (Así te va, guarra).
65. Viste en directo el vídeo de Ricky Martin, el perro y la mermelada y lo seguirás admitiendo hasta el día de tu muerte. (Hasta que tu madre te cruzó la cara por decir semejante cochinada).
66. Tu retina guarda el atentado alienígena a la Casa Blanca de 'Independence Day' como si realmente hubiera sucedido. (Tú todavía no le habías dado tan duro a las drogas).
67. Porque sabías que era posible y que “la verdad está ahí fuera” -gracias, Mulder y Scully. (¡Pero cuándo se iban a besar estos dos!)
68. Tocaste teta por primera vez en una sala de cine viendo 'Scream'. (Te tocaron una teta por primera vez en una reunión familiar o escolar… y te dio mucho asco).
69. Te enamoraste fuerte de Neve Campbell. (Te enamoraste muy fuertemente de Mark Owen, tanto que te hiciste daño con la alcachofa de la ducha).
70. Hasta que llego a tu vida Alicia Silverstone. (Pero se te pasó la tontería cuando te diste cuenta que David Bowie marcaba paquete en “Dentro del Laberinto”. ¿Cómo es posible que no te hubieras dado cuenta antes?).

No a todo el mundo le sientan así las mallas

71. Eras más feliz cuando en los anuncios de compresas el líquido era azul. (Eras mucho más feliz cuando creías que la regla era azul).
72. Siempre que oyes tambores tienes que gritar “¡JUMANJI!”. (Y huir de la maldita estampida).
73. Para referente de sport chic, Emilio Aragón con esmoquin y deportivas en El Juego de la Oca. (Tu único referente en moda era que había que enseñar canalillo y llevar el culo –y la vulva- bien apretado. Esto es así).
74. Querías tatuarte un tribal. (Pero te conformabas con pegarte en el brazo las calcomanías que daban con las chuches).
75. Menos mal que no lo hiciste. (O tus padres te hubieran matado).
76. Dabas patadas voladoras porque te creías Jean Claude Van Damme. (Dabas patadas voladoras porque te creías Chun Li… y pensabas en el subnormal que te rompió el discman y en tu tío sobón).

Esta patada no te llegó a salir, pero por los pelos

77. Te cortaste el pelo a lo cenicero. (No te dejaban cortarte el pelo “a lo chico” ni de coña vamos).
78. Te ponías las argollas de las latas de refresco en los cordones de las zapatillas porque te iba el rollito experimental. (Si encima eran de colores te creías la más fashion).
79. Y escuchabas a Estopa. (Y hasta los cantabas).
80. Podríamos definirlo como “tu fase macarra”. (Hasta te pillaste una bomber para demostrar lo macarra que eras).
81. Luego descubriste a Blur con 'Song 2'. (En mi caso descubrí a Marilyn Manson y me hice más macarra todavía).
82. A Oasis con 'Wonderwall'. (A Metallica y su “Nothing Else Matters”)
83. Y el cine de Tarantino. (Y quisiste probar el maldito batido de cinco dólares).
84. Tenías que currarte los SMS sin tener el emoji de la berenjena. (Y sin vocales, que parecía que las cobraban).
85. Tus primeras borracheras olían a litrona, calimocho y Martini con limón. (Y a vergüenza, a mucha vergüenza).
86. Podías ir mucho al cine sin pedir una hipoteca, de ahí tu amplia cultura pop. (Y porque te invitaban, tu paga no era ni por asomo tan grande como la de los chicos con los que salías).
87. Has consultado información en el teletexto, perdiendo así horas de vida, pero no pasa nada porque: número 21. (Total, cualquier cosa antes que hacer los deberes de inglés).
88. Llevaste Converse antes de que estuvieran de moda, cuando estuvieron de moda, cuando pasaron de moda y cuando volvieron a ponerse de moda. (Llevaste zuecos con plataforma… y sobreviviste).
89. Sabes que Neo es quien realmente nos salvó del Efecto 2000. (Y te pillaste una chupa como la de Trinity, faltaría más).
90. "Sayonara, baby". (Hasta la vista, nene).






PD: Si tus experiencias no coinciden con las aquí descritas, ya sean las mías o las originales de la GQ, es por una razón muy sencilla: cada persona tiene las suyas propias.  Ya, ya sé que parece increíble que no seamos todos un mismo producto manufacturado, y no será porque no lo intentan la verdad. Pero bueno, por lo menos nos hemos echado unas risas recordando los 90 ¿no? Especialmente porque sabemos que nunca volverán (menos mal). 

miércoles, 5 de noviembre de 2014

A las mujeres les gusta frungir (y yo sin enterarme)

¡Hola a todo el mundo! Hoy os traigo un artículo de la FHM que vi hace tiempo y quería compartir con vosotros. Decir que algunas partes me han horrorizado es poco. Siento si en algún momento me ha fallado el sarcasmo. Por cierto, no he corregido las faltas (algunas son la risión) así que no os asustéis si veis cosas raras. Vamos al lío.

¡A ellas también les gusta! (I)
Verdades sexuales que todo hombre debería conocer

01. ¡Verano a la vista! (Sí, llego un poco tarde con este artículo, culpa mía)
Ya hace solecito –salvo que vivas en Burgos–, los pájaros cantan y las nubes se levantan. ¡Estamos en plena temporada de apareamiento! (A todo el mundo le gusta el sexo en verano, con todo ese sudor, el roce de las quemaduras solares, con la piel irritada de la depilación constante… me pongo cachonda solo de pensarlo). (Por cierto, que el verano estuviera a la vista en mayo es una cosa que todo el mundo debería conocer, claro, menos mal que nos lo han dicho que si no...)

02. El sexo durante el fin de semana no mola tanto como el de un martes por sorpresa
Un polvo programado puede ser menos excitante que una partida de cinquillo con tu abuela. No importa lo que pagues por el hotel, los pétalos de rosa o las braguitas comestibles: nunca será mejor que un meneo improvisado en el sofá después de ver Breaking Bad. (Porque frungir sin pensar en que al día siguiente no hay que madrugar le quita las ganas a cualquiera, claro. Y la expectación tampoco es excitante, para nada. Sin embargo, un “meneo” rápido en el sofá cuando estás reventado/a del curro es el sueño erótico de cualquiera, dónde va a parar. Me parece que quien ha escrito el artículo es un poco vago/a la verdad).

03. Las chicas se masturban más que tú (...sin necesidad de velas y baños de burbujas)
Te sorprendería saber que las chicas juegan con su conejito tanto, o más, que tú con tu salchichita. (¿En serio? ¿A quién le sorprende hoy en día? ¿De qué viven los sex-shop entonces?) De acuerdo con nuestras lectoras, las mujeres pueden -y de hecho lo hacen- pasarse el día entero dándose gustico. Y al contrario de lo que imaginas, no tiene que ser algo especialmente sensual – nada de fantasías románticas sobre doncellas en castillos o recios bomberos. “Masturbarse es igual seas un chico o una chica” es la conclusión de nuestro panel de expertos. (¿En serio los hombres no sabían que nos masturbábamos de forma compulsiva, así, por darnos el gusto y ya está o para coger el sueño o por simple aburrimiento? ¿En qué mundo vivimos?)

04. La música mejora el sexo. (Especialmente si es esta, esta o esta, por ejemplo)

05. …Y el mejor álbum para escuchar es...
La banda sonora de Dirty Dancing. No lo discutas, es un hecho científico. (Si a ti no te da buenos resultados es que lo estás haciendo mal, esto es así).

06. El sexo en una relación estable mola…
Pero ni se acerca al placer de hacerlo con una nueva pareja. (Porque lo nuevo es mejor siempre. No importa que con tu pareja hayas llegado a un grado de confianza en el que ya os conozcáis casi a la perfección y sepa exactamente lo que te gusta, cómo te gusta, dónde te gusta y cuándo te gusta. Eso son minucias en comparación a poder meterla en un nuevo agujero o que te la meta una nueva tranca). (Voy a dejar el sarcasmo un momento de lado: qué jodido asco me da este punto. Ale, ya me he quedado a gusto, bueno, casi).



07. Si ella te mete un dedito, no flipes 
Cuando notes que ella empieza a tantear ahí detrás, no te vuelvas loco, porque solo conseguirás asustarla (porque es mucho más importante que ella no se asuste que evitar que te violen claro). En vez de eso, atrévete a experimentar (si te va a gustar tonto, a nosotras nos vuelve locas que nos penetren, ¿por qué iba a ser diferente para ti? Nota: esto no es sarcasmo, de verdad, probadlo si os apetece que lo vais a gozar cosa mala). Estamos en 2104 (y yo sin enterarme de que vivíamos ya en el siglo XXII) y eres un tío moderno con derecho a probar cosas nuevas (¡tienes derecho a que te toquen la próstata hombre!). Y si de verdad no te apetece, al menos rechaza la idea con delicadeza, (puedes decir: cari, por favor, no me hurgues el ano que no me lo he lavado. Ya verás cómo aparta el dedo de ahí a la velocidad del rayo).

08. El lubricante no es solo para lesbianas (¿WTF? ¿Las lesbianas usan más lubricante que otras mujeres? ¿Por qué? Si es por lo de los juguetes, no es por decepcionar ni humillar a nadie, pero no son las únicas -ni las principales- usuarias de juguetes eróticos).
Y usarlo en la cama no significa que no des la talla (de hecho, yo diría lo contrario, que gastas bastante talla, ejem, ejem). De hecho indica que eres un tío muy bien preparado. ¡Un boy scout del sexo! (Tanto como un boyscout… para eso deberías llevar el maletín de una coordinadora de tuppersex, entonces sí).

09. ¿Masajes? ¡bah!
Un masajito antes del sexo está bien... en teoría. Pero si te pasas, se dormirá como un bebé. Pasa de aceites y ponte a trabajar en serio. (Si el masaje es con final feliz ya te digo yo que no se dormirá, palabrita de divagadora).

10. Cuidado con ser un manazas
A las chicas no les gusta que hurgues en sus zonas íntimas como si estuvieras intentando capturar los últimos quicos en el fondo de la bolsa (¿podía haber una analogía más desagradable? Tela). Tu enorme dedo no es sustituto de tu, con suerte más enorme, pene. (A ver, que vamos de un extremo a otro y eso no es así ¿eh? Que a muchas nos gusta un buen trabajo digital hecho con mimo y técnica. Penes y dedos no son sustitutivos entre sí, pero ¿y lo bien que está combinar ambos? Y ya si añadimos lengua a la ecuación la cosa se convierte en una locura erótico-festiva. De nada).

Creo que no volveré a comer uno de estos en mucho tiempo

11. Cuando cumples 30, el sexo mejora
Al llegar a treintañero, te lo pasas mejor en la cama. Tú dejas de darle tanta importancia a compararte con otros tíos y a ella no le preocupa tanto el tamaño de su culo y tiene más confianza en su cuerpo (jamás he conocido a una treintañera obsesionada con su cuerpo, nunca, en la vida. Los anuncios de cremas reductoras, sujetadores con relleno, productos dietéticos y demás parafernalia van dirigidos a mujeres más jóvenes o más mayores, nunca a treintañeras). De acuerdo a un estudio reciente, las mujeres alcanzan su plenitud sexual en la treintena y según aumenta su libido, también lo hacen sus aptitudes en el catre. No estamos sugiriendo que salgas ya a buscar una cougar, pero el 17% de las mujeres entre 35 y 44 años se ponen un 10 de nota en la cama... (hay tantas cosas que me parecen mal aquí que no sé ni por dónde empezar, la verdad, mejor paso al siguiente que no quiero deprimirme, que esto lo hago para hacer reír se supone).

12. Espejos en el techo son siempre una mala idea. (¿Por? ¿Quién lo dice? ¿A quién no le gusta ver el otro lado del coito? Imaginadlo por un momento, venga).

13. Los condones no son cosa de broma
“En cuanto termines, quítatelo y tíralo inmediatamente”, es el consenso de nuestras sabias. (Es que dejárselo puesto con todo el chorrito dentro cuajándose lentamente da un poco de asquito. Tirarlo en el suelo con riesgo de ser pisado tampoco es del gusto de casi nadie). 

14. Los tríos no son para tanto cuando estás en plena faena…
…Pero le contarás esa aventura a los colegas durante años (lo de la discreción ni se plantea ¿no?)
Y cuando la palmes a los 90, esa será la razón por la que irás al otro barrio con una sonrisa en tu arrugado careto. (Es decir, que aunque en verdad en el trío te hayas comido los mocos porque ellas han descubierto las maravillas del sexo lésbico, como lo importante es contarlo después a los colegas, adornando el relato lo que haga falta, tú si te ofrecen alguna vez alguno no lo rechaces. Cuatro tetas son mejor que dos, siempre). (Evidentemente, el título da a entender que el trío se refiere a dos mujeres y un hombre. Si tu fantasía es que seáis dos hombres y una mujer es que estás mal de la cabeza y debes hacértelo mirar). 

15. No perdáis el tiempo con el punto g (Ahí va lo que ha dicho, ¡lo que ha dicho!)
El jurado ha emitido el veredicto. Unas están de acuerdo y otras no sobre si existe de verdad. Hay evidencias que sugieren que de hecho no es un mito, con un 63% de las mujeres afirmando que han tenido un orgasmo vía punto G, pero la ciencia no lo respalda (y como “la ciencia” no lo respalda, aunque la mayoría digan que sí existe y que da mucho gustito es mejor ni intentarlo, no vayáis a cansaros el dedo que luego lo necesitaréis para sacaros los mocos). Hasta que la verdad esté ahí dentro, es mejor que no te obsesiones demasiado con el tema. (Si no es obsesionarse hombre, es investigar un poco. Al final me toca hacer todo el trabajo leñe. Aquí tenéis un poco de sabiduría de la buena. De nada).

¿Tan difícil era? Si está a mano, muy a mano...

16. Deshazte de ese maldito teléfono
Y eso se aplica a antes de, durante, y al menos cinco minutos después de haber consumado el sexo, briboncete. (Después de cinco minutos hay vía libre para olvidarse de la pareja y ponerse a jugar con el móvil, es algo de sentido común, como los cinco segundos en el que la comida puede tocar el suelo sin llenarse de gérmenes).

17. Las chicas tampoco pueden cumplir si han bebido demasiado
Una noche con litros de alcohol pueden hacer que tu aparato no se levante. Pero emborracharse puede tener un efecto similar en ellas: limitar la sensibilidad y dificultar el orgasmo. “Es una ironía que las mujeres se sientan más sexys después de un par de copas vino, pero les sea más difícil llegar al clímax” nos dice Rosie Mullender, redactora jefa de la edición inglesa del Cosmopolitan. “Pero eso no significa que no debas intentarlo – suponiendo que ella no esté tan borracha que el sexo no sea consentido, claro. Recuerda que solo el 30% de las mujeres alcanzan el orgasmo solo con la penetración”. Así que caña a esos preliminares. (¡Caña a ese cunnilingus hombre!, que la lengua está para algo más que para decir tonterías).

18. Nadie está guapo durante un orgasmo. (Así que no te asustes si ella pone cara de haber chupado un limón, eso es que lo estás haciendo genial campeón).

19. A veces el sexo no dura mucho tiempo... y no pasa nada (o cómo de la ilusión también se vive).
Si el porno reflejara la realidad, la mayoría de los actores porno les sería diagnosticada eyaculación retardada. La verdad es que, de media, un tío aguanta entre cinco y diez minutos antes de terminar, como mucho. ¿Las buenas noticias? A las chicas les parece un tiempo más que suficiente (JAJAJA). “Si sigues empujando y empujando, lo normal es que nos termine doliendo, nos sintamos poco sexys y encima nos aburramos” afirma Rosie de Cosmo. Acabar demasiado pronto no es lo ideal, pero a menos que pase muy a menudo, es más halagador para ellas que la alternativa. (Ahhh, acabo de pillar que cuando decía sexo en realidad quería decir coito, vale, vale. Entonces sí, lo de "menos es más" suele ser válido. De hecho, muchas agradecen que ni siquiera haya coito y que la penetración se limite al último vibrador que se ha comprado que para eso le ha costado una pasta). 

20. Todas tienen un lado travieso 
Te sorprendería saber cuántas chicas son mucho más atrevidas de lo que imaginas – las ventas de juguetes sexuales aumentan un 60% cada año y un 46.5% de las mujeres admiten que les gustan los azotes¬. Lo malo es que muchas piensan que por ello las van a etiquetar de guarronas (¿por qué será?) (no porque lo sean, evidentemente, sino porque lo más probable es que las vayan a etiquetar. Esto, por desgracia, es así), así que lo mejor es tener una buena conversación sobre cuáles son vuestras fantasías. “Nada de esa chufa de ‘quiero darte por detrás’” dice la experta en sexo GirlontheNet. “Danos algo mejor para trabajar, como ‘me quiero correr en tu pelo’ (que se nos corran en el pelo es la fantasía number one de las mujeres, sobretodo cuando está recién lavado) o ‘de chaval me ponía mogollón la gallina Caponata’. Confiesa tus rarezas y quizá conocerás las nuestras”. (Eso es cierto, nada como mojarse con las perversiones propias como para que una se sienta relajada y segura de contar las suyas. A mí la gallina Caponata no, pero Sonic el erizo…)

Si ella supiera lo que hacían algunos niños cuando la veían...

Y hasta aquí “las verdades sexuales que todo hombre debería conocer”. ¿Qué os ha parecido? ¿Aterrador? A mí también. Una cosa de lógica y sentido común: si quieres saber cuál es la verdad sexual de una mujer, pregúntale a una maldita mujer. Y cada mujer es única y diferente (al igual que cada hombre es único y diferente) así que lo que le gusta a una puede que a otra no. Conclusión: PREGUNTA PRIMERO. (Procura tener un mínimo de confianza con la mujer a la que quieras preguntar sobre su sexualidad, no vayas a llevarte una mirada de asco y desprecio, un guantazo, un vaso de líquido helado por la cabeza o una denuncia por acoso sexual por asaltar a una desconocida con preguntas guarras. Quien avisa…)

lunes, 27 de octubre de 2014

Detecta a una zorra mentirosa y vuélvete paranoico en el proceso

La revista Men’s Health nos trae este fascinante artículo sobre cómo pillar a la parienta si crees que te está poniendo la cornamenta. (Me encanta la obsesión de la peña por las infidelidades. Se nota que el sexo vende, y si no es con la propia pareja todavía más al parecer). Vamos a ver qué señales son esas con las que nos pueden pillar a las mujeres cuando somos unas zorras descocadas. 


Las señales que le delatan


Presta atención para saber si tu novia te la está pegando con otro (lo de que te la pueda estar pegando con otra queda completamente descartado, claro, aunque eso igual te la pela porque sin pene no hay cuernos, esto es así). Que no te den gato por liebre.

Sus ojos cuentan más que su boca. Sobre todo si está mintiendo (chan chan chan). Te falta entrenamiento para utilizarlos a la hora de interpretar el lenguaje corporal de la mentira (cochina). Para poder descifrar alguna señal de que te está engañando, hazle unas cuantas preguntas (o el tercer grado) y encuentra alguno de los seis indicadores de malestar que se describen abajo (y como no vas a estar paranoico con el tema, para nada vamos, si ves esos indicadores seguro seguro que es que la muy zorra se está trajinando a otro). Básicamente, lo que estás buscando son tics biológicos que tienen su origen en el instinto de supervivencia de protección de uno mismo (todo este rollo pseudocientífico hará que te tragues cualquier mierda que te suelten, no lo niegues). Las señales te servirán para conocerla mucho mejor y que no te pueda dar gato por liebre. Ya nos contarás (porque somos unos cotillas que nos gusta enterarnos de los cuernos ajenos).


Aclara la garganta
Trabarse la lengua no es indicador de nada pero si su tono se eleva o si empieza una respuesta aclarando la garganta, puede haber algo que no encaje del todo. O que tenga un catarro. (Por lo menos aclaran que la chica puede tener la garganta llena de mocos y esté luchando por sacarlos de ahí para poder respirar. Es decir, que si se aclara la garganta, puede que esté mintiendo o puede que no. Uff, menos mal que me lo han dicho ¿eh?)

Frunce los labios
Si sus labios se comprimen como si estuviera a punto de besarte, estás ante un indicador de estrés. Se trata de una antigua característica de nuestra biología y es algo que compartimos con los simios. (En ningún caso puede ser que realmente esté a punto de besarte o esté pensando en besarte. No, ella está recordando la felación que le hizo al taquillero del cine el otro día)

Dame un besito, tonti


Frota los ojos
Si empieza a frotarse los ojos con el pulgar y el dedo índice, lo que está tratando de hacer es bloquear su línea de visión. Se ha demostrado que esto es algo que hacen, incluso, los invidentes. (Tranquilo, no es que esté cansada, tenga la vista agotada y una jaqueca galopante después de aguantar un sinfín de gilipolleces, como las tuyas por ejemplo. Si se frota los ojos es que la han puesto mirando a Cuenca día sí día también. Esto es así).

Acaricia la garganta
Cuando una mujer se siente amenazada, suele tocarse la parte de delante del cuello (solo las mujeres ¿eh?, no vayamos a pensar que hombres y mujeres compartimos las misma biología, con los simios sí, pero entre nosotros ni de coña vamos). Jugar con su collar es un indicador del mismo tipo. (Se acaricia la garganta porque todavía le molesta un poco después de la felación que acaba de hacerle a su compañero en el baño de la oficina. Luego si se aclara la garganta es que ha tragado tema. Vamos, que tienes más cuernos que el padre de Bambi, como se suele decir). Los hombres, en cambio, suelen hacerlo con la corbata o el cuello de la camisa (que no se parece en nada a acariciarse la garganta ni jugar con un collar, claro que no, las corbatas y las camisas son cosas muy masculinas y si no tienes pene no te las venden. Y si tienes pene no creas que te van a dejar comprarte un collar, faltaría más). (Divago mucho, sorry).

Levanta los hombros
Si levanta los hombros al mismo tiempo que habla es síntoma de que no está realmente convencida de lo que te está diciendo. (O que le ha dado un tirón después de tanta fornicación extramatrimonial).

¿He sido yo?

Arruga la nariz (a esta expresión yo la llamo: cara de estar oliendo mierda)
Imagina que te ponen un plato con algo nauseabundo: arrugas la nariz. Bien, la gente reacciona del mismo modo cuando ante algo desagradable como una pregunta que le toca muy de cerca. (En ningún caso es porque lleves tres días sin ducharte obsesionado como estabas por ver si de la frente asomaba algún atisbo de cuerno. No, arruga la nariz porque es una zorra mentirosa, no porque desconfíes de ella, ni porque atufes a sobaco, ni porque le ha entrado una mota de polvo en ese momento ni nada de eso. Lo dicho, todas zorras).



Bueno, hasta aquí la sabiduría de la Men’s Health. ¿Qué os ha parecido? Como habréis podido observar yo solo os traigo mierda de la buena... ¿Qué hatajo de paranoicos/as habrá redactado este artículo? Es algo que no puedo ni imaginar. Si queréis mi consejo (os lo voy a dar de todos modos pero sois libres de no hacerme ni caso, total, solo soy una zumbada): si sospecháis que os están mintiendo solo tenéis dos opciones, confiar o no confiar. Si no confías, da igual lo que hagáis tú o tu pareja, eso está abocado al fracaso y a un sufrimiento innecesario. ¿Se puede recuperar la confianza perdida? Sí, por supuesto. En mi opinión, tienes las mismas posibilidades de conseguirlo que las que tienes de ganar el euromillón. Pero bueno, de ilusión también se vive ¿no?

Mierda de la buena que vive llena de ilusión

martes, 21 de octubre de 2014

Cosas que a los hombres no les gusta oír si tienes vagina

Nuestra amiga COSMO nos trae hoy una chorrada de cuidado. Cosas que a los hombres (a todos, absolutamente a todos) no les gusta oír por parte de ninguna mujer. De verdad, no tiene desperdicio. Como siempre, mis comentarios sobre el artículo entre paréntesis (amo los paréntesis, de mayor me casaré con ellos, con los dos) y en otro color.


8 cosas que nunca deberías decirle a un hombre (Ocho rima con chocho)
Frank Kobola, editor de Cosmopolitan.com, nos confiesa las cosas que a un hombre no le gusta escuchar. (Y por lo tanto, como a ellos no les gusta, te tienes que callar la boca, zorra, que eres una zorra)

1. “No eres tan fuerte”
A no ser que le estés comparando con Superman, acabas de machacar su autoestima. (Porque la autoestima de TODOS los hombres está directamente relacionada con su fuerza. Bienvenidos/as a la era de las cavernas).

2. “Soy mucho más alta que tú”
Aunque sea cierto, no se lo recuerdes, él ya lo sabe. ¿Por qué quieres potenciar un posible complejo? (Chica, es que eres cruel por decirle eso, aunque te esté diciendo que pesas veinte kilos más que él o que no llega al armario de los cereales)

3. “¿Ese preservativo no es demasiado grande?”
Nunca, NUNCA, insinúes algo así sobre su cuerpo, y mucho menos sobre su pene. (¡Mujer, cómo osas insinuar algo sobre las escasas dimensiones de su pene! ¡No importa si el preservativo realmente es demasiado grande y corras riesgo de embarazo no deseado o ETS! ¡Tu salud no es tan importante como su diminuto pene y la fragilidad de su ego masculino!).

¿Pero dónde vas chaval? 
Quien te dijo que de ilusión también se vive mintió vilmente

4. “¿Cómo puedes tener tanto pelo?”
Esto, automáticamente, nos hace sentir como el actor de Borat. Gracias. (Pues yo me trajinaría a fondo al actor de Borat. De nada). (Por cierto, si él parece un oso y es de los que se quejan porque no te rasuras la vulva todos los días tienes permiso para hacer que se trague todos y cada uno de sus propios pelos)

5. “En realidad no sabes cambiar una rueda, ¿verdad?”
¡No es cierto! Todos los hombres sabemos… No insinúes nunca que no puede hacerlo. (Viene impreso en el código genético del cromosoma Y. Afirmar lo contrario es ir contra natura, como el matrimonio homosexual, que las mujeres practiquen deporte o el aborto, esto es así)

¿Y esto dónde se supone que va?

6. “Me gustaría encontrar un chico tan divertido como tú” a tu mejor amigo.
¡Puedes hacerlo! ¡Lo tienes delante de ti! (¡No importa que no te atraiga ninguna de sus otras características! Es más, tu mejor amigo quiere acostarse contigo, que lo sepas. No es tu amigo solo por ser tu amigo, para eso tiene a sus colegas machos. ¿En serio cualquier hombre se frungiría a todas sus amigas? Yo me sentiría insultada si insinuaran eso sobre mí. Ahí lo dejo).

7. “Eres como un hermano para mí”
Lo que has dicho es “tengo confianza en ti y nuestra amistad es importante” pero lo que interpreta un hombre es “no te toco ni con un palo”… Aunque sepamos que es así, duele. (Porque los hombres tienen amigas para ver si en algún momento las pillan con el día tonto y se los quieren frungir. Esto es así).

8. Espera, ¿realmente vas al gimnasio?
En serio, ¿qué es lo que te hace pensar que no lo hago? ¿Y por qué me lo dices? (Tal vez la tripita cervecera y que te ahogas a los dos minutos de empezar a copular la hayan despistado de tu forma física. No sé, es una idea. Y si te lo dice es porque es una zorra, como todas).


Y hasta aquí las cosas que jamás de los jamases le puedes decir a un hombre si tienes vagina. Es raro, yo había imaginado que la cosa iría por otros derroteros. Estas son las frases que no le diría jamás a un hombre (es broma, las digo constantemente, llamadme cruel):

1. Tengo pene (las reacciones ante esta frase son de lo más variopintas, algunas bastante inquietantes).

2. Me encantaría hacer espeleología en tu culo (si se le ilumina la cara al oír esto no lo dejes escapar chica, es el elegido).

El instrumento perfecto para la espeleología rectal. Y también para sacar mocos

3. Cielo, estoy embarazada (en el caso de que no estéis buscando descendencia claro. Si estáis pasando un momento económico especialmente duro es más divertido).

4. ¿Te has comido mis pastelitos –o lo que sea? ¡Llevaban laxante! ¡Mucho laxante! (Esto también es más divertido si se lo dices cuando estáis por la calle).

5. ¿Ya está dentro? (Esto se puede referir tanto a cuando está aparcando el coche o cuando estáis en plena cópula. Sé que es muy típica, pero quería incluirla para hacer un homenaje a los clásicos).

6. Nací siendo hombre (no a todos les va a sentar mal esto, pero al que le sienta mal le suele sentar realmente mal. Diversión asegurada).

7. Tengo herpes. (De nuevo, para hacerlo más divertido, es mejor decirlo justo después de frungir, mientras todavía estáis tratando de recobrar el aliento. Ese es el momento).

Soy Herpes y creo que este es el comienzo de una gran amistad, de las de toda la vida vamos

8. Y por último pero no menos importante, mi frase favorita: contigo he descubierto que soy lesbiana. Así, sin más explicaciones. Lo más probable es que al principio no se lo tome ni bien ni mal pero, pasado un tiempo, es posible que se torture pensando «¿acaso es que yo era lo más parecido a una tía que pudo encontrar dentro del mundo de los penes?», «¿tan malo era el sexo conmigo?», «¿debería hacerme una reducción de pecho?»

Y hasta aquí por hoy, espero que hayáis disfrutado, ¡hasta la próxima parida!

jueves, 16 de octubre de 2014

No te pases de guay que la cagas


¿Qué pasa cuando en un periódico quieren ir de guays y feministas sin consultar con una auténtica feminista? Que la cagan. Sin tratar de menospreciar las buenas intenciones del artículo vamos a analizarlo punto por punto, no solo de buenas intenciones se vive. (Y sí, he visto que el artículo lo ha escrito una mujer. Si eres de esas personas que piensan que solo las mujeres pueden ser feministas y los hombres machistas, háztelo mirar). (De hecho, pienso que todo el mundo es más o menos machista ya que vivimos en una sociedad patriarcal y es imposible escapar de esa mirada falocéntrica que todo lo empaña, así que si alguna vez soy yo quien la caga, por favor, reíros de mí que la risa es la mejor medicina). Vamos al lío.

Las cinco implicaciones machistas que esconde el concepto 'tía guay'
En 'Perdida' se analiza esta idea de chica tan admirable... que parece un hombre (¿perdona? ¿Quién atribuye a los hombres tal o cuál comportamiento? ¿Por qué ellos se tienen que quedar con todo lo bueno?) ¿Ha logrado hacer más daño que la Barbie? (Lo dudo, la Barbie causa traumas a las pre-púberes haciendo que piensen que tener pezones y vagina está mal, que las auténticas Barbies no gastan de eso, faltaría más)

Perdida es un bestseller que reflexiona “sobre la diferencias entre hombres y mujeres”. Al menos así lo apunta Ben Affleck, el actor que protagoniza la adaptación cinematográfica dirigida por David Fincher y que se estrena este viernes en España. En la novela de Gillian Flynn se muestran los estereotipos clásicos de un matrimonio y se guía al lector a través de un análisis de los mismos. Finalmente, nada termina siendo lo que parece. Pero la novela también se ha hecho célebre por describir como en pocos libros se ha logrado un concepto a partes iguales aspiracional y pernicioso, tan atractivo al oído como negativo a largo plazo: la tía guay, la cool girl (desde una visión machirula claro, un tía guay puede ser de muchas formas en realidad, pero solo se tienen en cuenta las tonterías que dice este sector de la población). Una de esas ideas que suenan a puente entre un género y otro (el género no existe, son los padres), pero que más que armisticio, son un caballo de Troya. 

El párrafo, o párrafos en cuestión han alentado un debate sobre lo retrogrado o machista de este modelo de mujer, cuya esencia Flynn resume magistralmente así:

“Ser una tía guay significa que soy una mujer sexy (yo soy sexy), inteligente (también, y a rabiar) y divertida (¿no me estás leyendo? Soy la monda lironda) a la que le encanta el fútbol (fútbol caca), el póker (solo si hay desnudos de por medio), los chistes guarros (de cacas y pedos) y que eructa (en general las tías no eructamos, los gases se nos acumulan en el cuerpo hasta que flotamos y desaparecemos por la estratosfera), que juega a los videojuegos (es que los videojuegos son solo cosa de chicos, claro, claro), bebe cerveza barata (las tías en general tenemos tanta pasta que nos podemos permitir cerveza carísima y no nos rebajamos a beber esa bazofia), le gustan los tríos (y el sexo en grupo y el interracial) y el sexo anal (a quién no le gusta ponerse una falo-braga de vez en cuando), y se atiborra de perritos calientes y hamburguesas como si estuviese protagonizando la mayor orgía culinaria del mundo (se llama food-porn, y no, a las tías no nos gusta comer, no que va), mientras, de alguna forma, consigue mantener una talla XS, porque las tías guays son por encima de todo sexis (no es que las gordas no podamos ser sexis claro, eso está pasado de moda.) (Debo reconocer que el motivo del enfado de esta mujer es comprensible. De alguna forma se nos exige que comamos comida basura a dos carrillos y nos mantengamos delgadas por arte de magia. Eso, pasado los quince años es bastante difícil para la mayoría). Están buenas y son comprensivas (¿esto es de verdad? En serio, ignoro si esto es así, si una tía guay además de beber cerveza y peerse tiene que tragarse cada bronca con la que se topa, pensaba que era justo lo contrario). Las tías guays nunca se enfadan; solo sonríen con desazón, de una forma encantadora, y dejan a sus hombres hacer lo que les dé la gana […].

Los hombres creen que esta chica existe (¿no existen chicas con gases? Me diento muy rara ahora mismo). Quizá estén engañados porque hay muchas mujeres que están dispuestas a fingir que son esa chica (¿En serio?). Durante mucho tiempo, las 'tías guays' me han irritado (normal querida, normal). Veía a los hombres –amigos, compañeros, extraños– atontados por estas horribles mujeres falsas (¿no es más falso creer que te gustan todos los productos diseñados artificialmente para las mujeres, como los bolis rosas, los tacones, las tareas domésticas, la piel sin vello, la literatura erotico-misógina y los tangas?) y quería sentarlos y decirles calmadamente: 'No estas saliendo con una mujer, estas saliendo con una mujer que ha visto demasiadas películas escritas por hombres (eso es cierto esté hablando de lo que esté hablando. Seguro que ha visto demasiadas pelis escritas por hombres pues la mayoría de las pelis que salen están escritas por hombres. Meh) socialmente ineptos a los que les gusta pensar que este tipo de mujer existe y que les besará'.

La cuestión de si este estereotipo de mujer está haciendo más daño al género femenino (el género no existe, son los padres) que el estereotipo de la Barbie tonta merece al menos un debate. Porque la tía guay, en muchas de sus acepciones, no deja de ser más que un Barbie con una litrona pegada a la mano: una Miss Universo de Brooklyn o Malasaña (ponga aquí el barrio que usted considere); una especie de ser híbrido que incrusta los valores emocionales y sociales del colega masculino perfecto en el cuerpo de una top model (Uf, asco).

¿Existen mujeres así? (No, la perfección no existe, pero seguro que si buscas un poco en tu interior, encontrarás a una mujer que se tira pedos seguro, seguro). Si las películas fueran registros notariales de la realidad, estos ejemplos demostrarían que, efectivamente, la tía guay es de carne y hueso (y gases) (estos paréntesis no son míos y me da mucha rabia):

1. Se enfada tan poco como Mery Jensen de Algo pasa con Mary

Definición gráfica de recipiente de semen

Realmente, la actriz que da vida a esta chica cándida, que dispara rifles mejor que un francotirador ruso y no se avergüenza de su vibrador es la tía guay por excelencia. Cameron Díaz encarna a esa mujer con la que un futbolero podría mantener una larga conversación sobre la situación de Casillas en el Real Madrid y que, a continuación, sería capaz de participar en un desfile de Victoria's Secret sin que su cóncavo abdomen dé cuenta de la ración XXL de patatas fritas que se acaba de meter entre pecho y espalda (es imposible que a una mujer le guste el deporte, claro que sí. Pregúntaselo a todos los equipos femeninos federados en este país. Y una consecuencia lógica de que te guste el deporte es que quemes mucha grasa. Entiendo que joda que se espere de nosotras que seamos delgadas pase lo que pase, pero de ahí a tenerle rabia a las chicas que lo son me parece envidia cochina). Una perversión de las leyes de la anatomía y los procesos digestivos. Porque Cameron no es de las que dice “no, gracias, prefiero una ensalada mixta sin tomate” y luego se pasa la cena picoteando de tus patatas fritas (primero con disimulo y después como Adrien Brody en El pianista con la lata de mermelada). No, ella es sincera con su propia hambre y se pide siempre su propia ración de patatas fritas. (Yo lo hago, no te quepa duda. Eso sí, mi culo es del tamaño de toda Cameron Díaz, eso lo reconozco. Y soy sexy, eso también lo reconozco)

2. Come tanto (y engorda tan poco) como Andie Anderson en Cómo perder a un chico en 10 días (esta mujer parece un poco obsesionada con lo de comer y no engordar).

La historia es así: Kate Hudson es una licenciada en periodismo por la universidad de Columbia, superfan de la NBA y adicta al bacon que debe conseguir librarse de un tío bueno, Matthew McConaughey, en diez días (por motivos de curro, aquí se obvia un poco la profesionalidad de la protagonista). Para lograrlo se convierte en el estereotipo de la novia odiosa: una tía obsesionada con su peso, que interrumpe sus partidas de póker con excusas irritantes y que ha decidido bautizarle el miembro con un diminutivo (lo que viene siendo una zorra vamos). Es una tía guay encubierta. Pero las tías guays son tan guays, según la película, que al final su guayeza acaba prevaleciendo pese a todos sus esfuerzos. La película deja muy claro cuál es el ideal de chica y cuál la reencarnación de Satán. Lo que se abre camino entre estos dos extremos o no existe o no merece la pena aparecer en la película. (Mira, aquí voy a coincidir, los extremos no me van)

3. Se le dan tan bien las 'cosas de chicos' (ahí va lo que ha dicho, lo que ha dichoooooo) como a Robin Scherbatsky en Cómo conocí a vuestra madre.

Hasta Robin pone cara rara al leer esto


Tendámonos en el diván un rato. En la serie nos cuentan que el padre de la-siempre-deseada-Robin se sintió tremendamente defraudado porque fuera una niña en vez de un niño. Tanto que le puso como segundo nombre Charles. La canadiense se pasa toda la serie/vida intentando agradar infructuosamente a su padre (esto… no. Creo que no hemos visto la misma serie). Robin bebe whisky solo, ama el hockey y las armas y no le hace ascos a fumarse un puro de vez en cuando (todas estas cosas son incompatibles con el hecho de tener vagina. El whisky la deforma, el hockey la reseca, las armas la vuelven de color verde y fumar puros directamente hace que te crezca pene. Esto es así, mirad cualquier artículo científico). También tiene cierto pánico al compromiso y a perder la pasión sexual con el paso de los años (ninguna mujer tiene miedo al compromiso ni a perder la pasión sexual. Nosotras frungimos no por gusto propio, sino para complacer a nuestra pareja. La articulista nos acaba de convertir, muy sutilmente, en recipientes de semen). Y además es capaz de aterrizar un helicóptero en Manhattan sin haber pilotado nunca antes gracias a lo cual le ponen su nombre a un sandwich en una tienda neoyorquina (si en la serie lo hubiera hecho un hombre, cosa que pasa muy a menudo en la ficción, no pasaría nada… ¿machismo? ¿Dónde?). Freud (y como Freud no era machista... no, qué va) tendría algo que decir sobre el hecho de que Robin sea la mujer de los sueños de Ted y Barney, dos de los protagonistas de la serie: el chico bueno y el golfo. Pero Robin no es una tía guay 100%, porque ella no sonríe y perdona todas las jugarretas de sus parejas como si le hubiesen pasado el neutralizador de memoria de Men in Black. No. Robin se enfada, Robin es vengativa, Robin llora. Robin no es una cheerleader afiliada a la Asocación del Rifle (y si no es una tía guay porque es un personaje bien trabajado y complejo, ¿por qué está en esta lista?). Siguiendo con el hilo cinematográfico, un claro ejemplo de mujeres que nunca se cabrean son las habitantes del barrio de Las mujeres perfectas… y son robots. Y meten miedo. (Precisamente esta peli habla de la incongruencia de querer cambiar a las personas por estereotipos… no sé dónde quiere llegar con este argumento. Igual no soy tan inteligente como me creía).

4. Aprecia la cerveza tanto como Kate en Colegas de copas


¿No es este uno de los sueños de millones de hombres? Una compañera de trabajo con la que te llevas genial, con la que compartes gustos y aficiones, entre ellos la pasión por la cerveza, de nuevo: ¿es que no hay hombres, aparte del marqués de Griñón, a los que les guste el vino? (De nuevo, a las mujeres NO nos puede gustar la cerveza, es impensable, una atrocidad biológica) y la comida basura. Además, da la casualidad de que esta compañera es Olivia Wilde y que se fija en un tipo perfectamente normal como Jake Johnson (ah, bueno, el quid de la cuestión. Es cierto que en el cine y en las series, de forma muy mayoritaria, mujeres de muy buen ver se lían con hombres que, bueno, son normalitos en el mejor de los casos, pero esto es así en cualquier tipo de ficción, no solo con las tías guays). Soñar es gratis. Pero, de verdad, ¿qué probabilidades existen de encontrar a alguien así en la oficina? Seamos sinceros: nuestros lugares de trabajo se parecen más a The Office que a Anatomía de Grey. (Lo que tiene la ficción es que es ficción, mira por dónde)

5. Le gusta tanto el sexo como a Anne Hathaway en Amor y otras drogas (a las tías es imposible que nos guste el sexo, esto es así. Cualquiera que diga lo contrario miente como una bellaca. Si practicamos sexo es porque tenemos metido en el cerebro nuestra función: ser fundas de penes).

En esta película los roles estereotípicos aparecen ligeramente alterados. Es ella la que solo quiere sexo sin complicaciones. Pero, claro, este comportamiento debe de tener una explicación (léase con tono irónico): Maggie, la protagonista, padece una enfermedad degenerativa. La única razón por la que una mujer podría querer solo sexo, y no un anillo de compromiso en cada cita, es que esté cerca de la muerte o padezca alguna patología que amenace con destruir su calidad de vida, o que sea Mila Kunis en Con derecho a roce, donde las ganas de roce le duran poco; o Natalie Portman en Sin compromiso, que es exactamente la misma película (Mira, aquí voy a coincidir ligeramente con el argumento de la articulista. Me parece horrible que nos vendan que solo las moribundas tengan derecho a querer sexo sin más. Muy, muy horrible). La tía guay por enfermedad horrible es un modelo que ya había sido esbozado en dramones como en Otoño en Nueva York: Winona Ryder tiene un problema de corazón grave que le hace vivir cada segundo de la vida como si fuera el último, siempre sonriente y encantadora, dispuesta a liarse con un hombre que le triplica la edad y fue amante de su fallecida madre, o Noviembre dulce: Charlize Theron tiene cáncer y decide redimir a un totalmente despreciable ejecutivo agresivo sin alma mostrándole las bondades de las cosas importantes de la vida. No hay forma más retorcida de llamar guay a alguien. (Mini-punto para la autora. Nada que objetar. Es un alivio encontrar algo de sentido común entre tanta tontería)


Y hasta aquí el artículo.
En definitiva, las tías normales (las que no son guays) ni tienen gases, ni les gusta comer, ni el deporte, ni los videojuegos, ni la cerveza, ni el sexo sin amor (esto no me ha quedado muy claro la verdad), ni somos sexis, ni inteligentes, ni delgadas (como si no fuera un tipo de cuerpo más), ni las “cosas de chicos” en general. Bueno, pues hoy acabo de descubrir que no soy una tía normal. Miraré en mis bragas a ver si me ha salido un pene o algo.

Ese bulto es sospechoso...